En el caso de la crisis por la que atraviesa el sector del ovino sólo una de las partes implicadas muestra interés y determinación por diagnosticar el problema e intentar buscar una solución: el sector productor. Esto resulta lógico, puesto que es el único afectado. Las otras dos partes (el sector indrustrial lechero y la Junta de Castilla y León, es decir, el Gobierno) parece ser que no tienen intención de colaborar mucho.
La postura del sector industrial es en cierto modo comprensible (aunque muy egoista), ya que si repercute el incremento de costes de producción a los que se vienen enfrentando los ganaderos en el precio que ha de pagar por la leche que recoge, sus costes en materia prima también aumentarán. Y eso no es bueno para su negocio.
Lo lamentable es que el Gobierno no "quiera mancharse las manos" para mediar entre las partes y colaborar en la búsqueda de una solución consensuada. De no intervenir será el propio mercado el que marque el devenir de las cosas, como ha acabado ocurriendo en el caso de la leche de vaca. En este caso, la escasez de leche de vaca nacional (la cuota asignada a España es inferior a la necesidad de leche de la industria española) unida a una escasez generalizada a nivel internacional y a un encarecimiento de los piensos apuntan a que previsiblemente su precio aumente en un 50% y muchos titulares en los periódicos la comparan con la gasolina (no será nada descabellado que se equipare en precio con ésta).
Si las cosas no cambian y no se llega a un consenso (nótese que en año y medio de negociaciones no se ha avanzado nada al respecto) el panorama se muestra realmente incierto, máxime cuando la inexistencia de datos fiables de producción, comercialización, y transformación de leche de oveja provoca la dificultad de realizar un análisis pormenorizado de la situación.
Ahora bien, aun con la falta de información fiable, un análisis "a grosso modo" puede ser realizado tomando como referencia las estadísticas de producción que facilita el MAPA y las estadísticas de importación/exportación de leche que facilita FENIL. Las conclusiones son evidentes.
Mientras que el balance de importación/exportación de leche de vaca deja de manifiesto un deficit de este tipo de leche (se importa mucho más de lo que se exporta); el balance de importación/exportación de leche de oveja tiene el comportamiento contrario (se exporta mucho más de lo que se importa).
Mala situación ésta porque la ley de la oferta y la demanda en este escenario hará que los precios de la leche de oveja no suban o que vayan a la baja si no se toman medidas.
Súmese a esta situación los siguientes factores adversos:
- incremento de hasta un 35% del precio del pienso desde julio del año pasado (07/2006), que se traduce en mayores costos de producción
- recorte del precio de los lechales en un 25% frente al año pasado, que se traduce en aún menos ingresos en la venta de la producción
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