martes, 23 de octubre de 2007

Biocombustibles: ¿bendición o placebo?



Este artículo de Joel K. Bourne Jr. aparecido en la edición on-line española de la prestigiosa revista National Geographic el pasado día 1 de octubre de 2007 aborda en cierto detalle el tema de los biocombustibles, dejando al descubierto sus posibilidades reales a día de hoy de poder llegar a ser una solución factible para suplantar a los combustibles fósiles y poder contribuir a frenar el fenómeno del calentamiento global.



Las conclusiones parecen claras. Salvo excepciones (véase el caso de Brasil), fabricar combustible de productos agrícolas puede ser bueno para el planeta… pero sólo tras un par de avances. Ya que a día de hoy el balance energético del etanol de maíz es negativo para la naturaleza. Mejor balance tiene el etanol procedente de la caña de azúcar (se obtiene más del doble de etanol por hectárea que del maíz, al tiempo que se requiere menos energía para su fermentación).

Para más detalles se recomienda leer el artículo al completo en el siguiente enlace.

Resultan curiosos algunos datos revelados por el artículo.

Hace un siglo, el primer automóvil de Henry Ford funcionaba con alcohol, mientras que Rudolf Diesel arrancaba el suyo con aceite de maní. Pero ambos inventores descubrieron que el “aceite de piedra” (petra oleum o petróleo), después de ser refinado ligeramente, daba mayor rendimiento por litro que el combustible vegetal, y que además era más barato. Y como en economía el precio es determinante, pronto el petróleo reemplazaba a los combustibles vegetales.

En aquella época y durante todas estas décadas poco parece haber importado el medio ambiente. Porque "la pela es la pela". Pero una vez que se ha visto ya relativamente cercano el agotamiento de algunos combustibles fósiles (fundamentalmente el petróleo), muchos países están procurando proveerse de sustitutos a la gasolina y el gasóleo. El fin medioambiental de los biocombustibles a día de hoy es sólo una excusa. Esto queda muy patente fundamentalmente en los Estados Unidos que se ha centrado en la producción de etanol a partir de maíz. Paradójico es el hecho de que en algunos estados próximos a los centros de producción de biocombustibles el coste de éstos ya es inferior al de la gasolina, aunque no es así en otros estados más alejados de estos centros (por los costes añadidos de su transporte).

En Brasil la argumentación tampoco era medioambiental, sino la de evitar la dependencia de los países productores de petróleo.

Producir etanol de maíz consume casi tanto combustible fósil como el que reemplaza. La mayoría de las plantas de etanol queman gas natural o, cada vez más, carbón para crear el vapor que requiere la destilación, añadiendo emisiones de combustible fósil al CO2 emitido por la levadura. Cultivar el maíz también requiere fertilizantes de nitrógeno, hechos de gas natural, y un uso extenso de maquinaria agrícola que funciona con diesel.

El proceso se puede mejorar. Pero todavía se deben realizar más progresos, incluyendo la búsqueda de otras producciones vegetales a partir de las cuales se pueda conseguir el preciado combustible: como por ejemplo a partir de algas.

Pero también han de ser tenidos en cuenta otros factores como el encarecimiento de las materias primas, que repercute en el coste de la alimentación animal y en el precio final de los productos que adquiere el consumidor. Y no olvidemos la amenaza de la deforestación.

Importante también es el hecho de poder garantizar el derecho a la alimentación. Recordemos que muchos millones de personas pasan hambre en el mundo, mientras grandes cantidades de producción vegetal se destina a biocombustibles.

La alimentación animal también va a ser un problema por los incrementos en los costes que se han venido produciendo en cereales tradicionalmente destinados a este fin. Aunque en España el precio de los cereales no atienda fundamentalmente a la demanda de biocombustibles, si que ésto es mucho más cierto en otros países como Estados Unidos. Y en un contexto de economía global donde cualquier cambio de tendencia afecta al resto del mundo, España se está viendo afectada por la gran presión que ejerce la demanda de cereales (tanto para biocombustibles como para la alimentación de países con economías en expansión).

Queda un largo camino por recorrer...

Espero que al menos las decisiones sean tomadas a conciencia y pensando en un futuro donde no se creen mayores problemas al intentar buscar soluciones al problema que podrá llegar a ser el abastecimiento de combustibles.

Motivos para hacernos reflexionar no faltan...

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